El pasado sábado, después de cinco días, he recuperado la mochila perdida. Menos mal, porque si me tengo que poner a comprar toda la ropa que llevaba dentro me habría resultado imposible, ya sea porque aquí no se encuentran todas las cosas o por el dinero que me tendría que haber gastado. Aunque no os lo creáis, Kinshasa es muy caro. De todas formas lo divertido ha sido el proceso de búsqueda y hallazgo. Después de hacer la reclamación al día siguiente de llegar, tuve que ir al aeropuerto el jueves y esperar a que aterrizara el siguiente vuelo de la misma compañía (Brussels airlines) con la esperanza de que llegase mi maleta en ese nuevo vuelo. Craso error, después de volver a pelearme con los pasajeros del vuelo nos dimos cuenta que había hecho el viaje en balde.
Así las cosas, no cabía mas opción que ir a la sede de la compañía en el centro de la ciudad para verificar si tenían algún rastro de mi maleta o si incluso estaba en los almacenes allí mismo. Desgraciadamente no pude hacer estas gestiones hasta el sábado por la mañana, cogí un taxi-brousse atestado de gente cerca de donde estoy alojado y me baje en el centro de la ciudad. Cuando llegué a las oficinas de la aerolínea no estaba el responsable de objetos perdidos así que me toco esperar, afortunadamente solo un cuarto de hora. Nos dirigió a mi y a otros pasajeros hacia un "almacén" donde guardan maletas no reclamadas. Evidentemente la mía no estaba allí (como iba a estar). Buscando en la base de datos del ordenador me dijo que, efectivamente, habían encontrado mi maleta, pero que había volado con otra compañía al día siguiente de mi vuelo y que debía ir a sus oficinas para poder recuperarla. Me dirigí hacia allí andando ya que no estaba lejos y en Hewa Bora, que así se llama la aerolínea, me indicaron que debía a sus almacenes a partir de las tres de la tarde para recogerla. Como no me fiaba de nada me fui hasta el cuartel general de la ONU para que me llevaran en coche hasta allí y poder verificarlo personalmente. La persona que estaba al cargo del almacén me dijo que todas las maletas de las personas que viajan en esa compañía durante la semana reciben sus maletas el sábado por la tarde gracias a que un camión las trae del aeropuerto. Me dio un numero de orden para que volviese a las cuatro y media de la tarde y esperar riguroso turno, de uno en uno, para buscar la mochila entre todo el equipaje de la gente (vaya locura). Cuando volví había una cantidad de gente inmensa, cada una con un numero. Pensé que la operación iba a ser medianamente civilizada, pero no. Una vez que nos dijeron que las maletas estaban esparcidas en una explanada detrás de un hangar, la gente empezó a arremolinarse en la puerta que daba acceso a ese lugar. Yo y alguna gente mas pensábamos (inocentemente) que el numero servía para algo, pero no. Como si de El Rocío se tratase, todos empezaron a empujar, gritar, hacer aspavientos y los mas intrépidos (y también intrépidas) comenzaron a saltar la valla para ir los primeros a la búsqueda. Aquello fue imparable, los empleados de la compañía no sabían que hacer, y todos empezamos a saltar y correr hacia la explanada. Tras unos cuantos codazos y pisotones de maletas, vi mi mochila a un lado, la cogí lleno de alegría y me fui, dejando a la gente atrás peleándose por sus maletas.
Nos tomamos una cerveza mientras venía otra vez un coche a recogerme y pudimos ver a la gente que salía, toda alegre, sonriente, sudorosa y magullada, pero con sus maletas.
lunes, 23 de julio de 2007
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