Hace un par de semanas conocí a una chica de España que trabaja para Médicos Sin Fronteras en el hospital que la organización tiene en Bunia. Ella es psicóloga y lleva un programa sobre violencia haciendo especial énfasis en mujeres, es decir, violaciones y otras consecuencias de la guerra.
El pasado sábado por la tarde fuimos a que me enseñara como funciona el hospital por dentro. Tal como si fuera un paciente, fui atravesando todas las áreas: admisión, donde se les dice si pueden entrar o no; sala de espera, con una especial para mujeres.; medicina general, donde se pasa consulta y se les diagnostica; quirófanos, tratando de que no entre ni un mosquito; maternidad, lleno de parturientas esperando a dar a luz o acabando de hacerlo; dispensario de farmacia; salas de enfermos con capacidad para 300 camas; zona de aislamiento, donde se tratan los casos de cólera y otras enfermedades; y por último, la zona de psicología, donde se tratan de sacar los hechos más truculentos de estas sufridas gentes, especialmente mujeres (para empezar, más de 100 mujeres violadas les llegaron en enero)
El hospital se estructura de una forma muy curiosa. No es como en Europa que puedes esperar tranquilamente a que te sirvan tres comidas al día. Aquí, o tienes a alguien de tu familia que te de cocine o debes confiar en la bondad de los familiares de otros pacientes. Debido a eso, hay un montón de gente en el recinto, que más que un hospital parece un campamento de verano ... hay un montón de señoras haciendo comidas en sus pucheros con carbón vegetal, cogiendo agua de grifos, duchándose, o lavando y tendiendo la ropa de sus familiares enfermos, incluso otras dan un paseo a los niños de otra gente.
Los responsables de MSF en la zona tienen pensado cerrar el hospital en el plazo de un año. Esta organización se dedica básicamente a situaciones de emergencia. Cuando llegaron se encontraron con la guerra por todas partes y con una situación de inestabilidad prolongada que les hizo cambiar las tiendas de campaña por estructuras más definitivas. Ahora el reto es hacer el traspaso del conocimiento y de las instalaciones a las autoridades congoleñas y que poco a poco vaya siendo autosuficiente con el dinero gubernamental y la capacidad de las autoridades locales. Ufff, difícil, me da la sensación.
La verdad: verlo ha sido acojonante y más después de hablar con los pacientes por allí y de que Loyda (que así se llama la chica española) te cuente los avatares de sus vidas.
Lo siguiente que me apetece ver es la prisión. A ver si puedo, ya os contaré.
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1 comentario:
¡Es impresionante todo lo que cuentas¡. Y nosotros que protestamos por las sillas tan incómodas que tienen para el que se tiene que quedar con el enfermo.
Lo que si te digo es que lo tienen muy dificil, fíjate aquí todavía las listas de espera que hay.
En fin un aplauso y agradecimientos a MSF. Besos Marisi
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