Cuando nos acercamos por allí a echar una ojeada ya casi se había terminado todo y los guardaespaldas y conductores estaban haciendo fila con sus coches a prueba de balas para recoger a los embajadores.
Mientras tanto nos dimos una vuelta y se nos acercó a saludarnos Miguel, un tío muy majete. Es de Canarias y lleva aquí algo más de un año. Tiene cuarenta años y a pesar de llevar traje y codearse con el resto de los VIP es muy informal en el trato. En cuanto nos vió nos preguntó que que tal nos iba todo, si estábamos bien instalados, si conocíamos ya todos los bares de las ciudad. Robert y yo somos unos tíos complacientes así que le respondimos que si, que todo iba bien y que tendríamos cuidado cuando saliéramos por la noche.
A Miguel lo conocimos tomando unas cervezas en la embajada de España el día 12 de Octubre ya que el embajador había organizado una recepción y una fiestecilla.
Por cierto, este tal Miguel era el anfitrión de aquella fiesta. Es nada más y nada menos que el embajador de España en Kinshasa.
No, ninguno de estos tipos es el embajador.
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