Son las capitales de estado más cercanas geográficamente del mundo (si exceptuamos el Vaticano-Roma, y alguna rareza más), la gente habla el mismo idioma (el lingala), tan sólo les separa un río (un río enorme, pero un río al fin y al cabo), mismo clima, misma etnia. Deberían ser gemelas, deberían ser una sola ciudad, un continuo urbano pero ... no, no es así.
Todo el mundo sabe lo absurdo y perverso que fue el trazado, hecho con tiralíneas, de las fronteras coloniales africanas en el siglo XIX. Se dividieron y separaron tribus entre varios países, se unieron enemigos acérrimos en un mismo país, no se tuvo en cuenta ni la geografía ni la historia de los habitantes de estas tierras, se importó por la fuerza el concepto de estado o país, que en África era totalmente desconocido.
El caso es que, con el paso del tiempo, finalmente, las fronteras se convierten en algo con sentido. Hace tres años, cuando fui a Senegal y Gambia, se me hacía evidente la diferencia entre los dos países a pesar de compartir la misma procedencia étnica. La cultura francesa del primero e inglesa del segundo habían marcado a la postre el presente de ambas áreas contiguas. De la misma manera, entre los dos Congos ha pasado algo parecido. La diferencia no es tan marcada ya que Kinshasa tuvo colonización belga y Brazzaville colonización francesa, pero sí se aprecian diferencias.
Para empezar, dando un paseo por Brazza te das cuenta de que todo es más limpio, ordenado, los taxis y autobuses tienen todos el mismo color, no como en Kinshasa que no puedes distinguir un coche privado de un taxi. La arquitectura colonial es diferente, lo que ha quedado de aquella época (bastante más en Brazza) es mucho más bonito, estructurado, con orden. Te encuentras fácilmente con lugares abiertos, parques públicos, cosa que en Kinshasa brillan por su ausencia.
La colonización fue distinta, los exploradores que penetraron en sus bosques también (básicamente Brazza en el Congo francés y Stanley en el belga), la historia, las guerras, la gran dimensión de la RDC, que le hace mirar al este continuamente, la pequeñez relativa de la RC, que le hace mirar al océano, a Pointe Noire, permanentemente.
Hay incluso diferencias de carácter urbano. La gran Kinshasa es como un caos, expresivo, pujante, con mucho potencial humano que exporta música, modas y cerveza (lo más importante para ellos) al otro lado del río. La pequeña Brazzaville vive a la sombra de la hermana mayor, mirando a Francia (hay una gran colonia de franceses), languideciendo, tranquila (demasiado tranquila) comparada con Pointe Noire, acogiendo las embajadas y ministerios pero un poco como aletargada.
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1 comentario:
Que buena y bonita descripción.
Un beso
Beatriz
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