viernes, 25 de julio de 2008

Accidente de barco

Antes de ayer apareció una noticia en la radio y en prensa sobre un accidente de un barco de pasajeros y carga en el río Ubangui, que hace frontera entre la República Democrática del Congo y la República Centroafricana.

Al parecer 42 pasajeros han muerto ahogados y más de 100 han sido dados por desaparecidos tras el naufragio de la embarcación. Según la radio de la MONUC (radio Okapi) viajaban 182 personas y numerosa carga.

El accidente se ha producido tras la colisión del barco con zonas rocosas a la altura de Gbongi, en el extremo noroeste del país, en la provincia de Equateur donde nació Mobutu y relativamente cerca de Gbadolite la ciudad donde éste pasaba largas temporadas al final de su vida desentendiéndose completamente de la realidad económica y política de su país y donde se construyó un palacio impresionante llamado el "Versalles de la jungla", un aeropuerto internacional y un embalse y central hidroeléctrica sobre el río Ubangui. El palacio fue saqueado en 1997 tras la caida del régimen de Mobutu y ahora todo aquello ha sido invadido por la vegetación.

Tragedias como la de este barco son por desgracia comunes en este inmenso país lleno de lagos y ríos navegables y tan escaso de carreteras que permitan un transporte normal de mercancías y ciudadanos entre las diferentes ciudades. Las razones principales por las que se producen estos hechos son la sobrecarga de los buques y la escasez de balizas o señales que ayuden en la conducción de las barcazas.

jueves, 24 de julio de 2008

El contrato de los guardas de seguridad

La casa en la que vivo está custodiada por cuatro guardas en turnos de a dos. La mayoría de las casas que están alquiladas por personal de la ONU (por no decir todas) sigue esta fórmula, en la que dos de ellos se quedan durante la noche (de seis de la mañana a seis de la tarde aproximadamente) y los otros hacen guardia durante el día.

Nuestros guardas se llaman Andre, Stefano, Pierre y Justin. Cobran 100 dólares cada uno, tres veces más que un policía o maestro, es decir, uno de los mejores sueldos de la zona para un empleado. El dinero se lo pagamos nosotros pero luego la ONU nos lo devuelve en nuestra nómina. Son unos tipos muy agradables y muy solícitos pero ya hablaré de cada uno de ellos más en profundidad en otra ocasión. Ahora os quería comentar otra cosa.

Lo curioso ha sido que, rebuscando ayer entre los papeles que hay en uno de los cajones del salón, me he topado con el contrato de servicio de los guardas por el que se estipulan todas las tareas que deben llevar a cabo. Algunas de ellas son lógicas y normales, otras un poco más llamativas y otras un tanto surrealistas. Aquí van:
  1. Asegurar la seguridad de la casa (su mismo nombre lo dice)
  2. Prohibir el acceso a cualquier persona no autorizada (obvio)
  3. Dar la alerta en caso de intrusión (evidente)
  4. Prohibición de dormir mientras se esté de guardia (esto no lo cumplen, ni de día ni de noche, pero se despiertan rápidamente)
  5. Limpiar los coches (de vez en cuando)
  6. Avisar con dos días de antelación antes de que se termine el saco de carbón y los bidones de agua con el fin de reaprovisionarse (el carbón es vegetal, la principal fuente de energía en la zona, que sirve para calentarse y hacer la comida. El agua es para ellos, nosotros llenamos los bidones con agua potable de la MONUC)
  7. Asegurar la limpieza del jardín (hay veces que encontramos cosas extrañas...)
  8. Cerrar el cerrojo de la puerta de casa a partir del anochecer (por lo que pueda pasar)
  9. Encender/apagar el generador si no hay electricidad y estar atento a la vuelta de la misma en la ciudad. Vigilar el nivel de gasóleo y avisar con antelación para su compra (en Bunia la electricidad se va y se va y se va y no se donde irá por que no vuelve en mucho tiempo y cuando lo hace es muy débilmente)
  10. Ir a hacer los recados de los residentes (como mucho ha sido comprar el pan) y reemplazar a las mamás en caso de ausencia de alguna de ellas (cosa que no ha hecho falta)
  11. Dar de comer al perro dos veces al día y cuidar de su higiene (¡¡¡pero si no tenemos perro!!!)
  12. En caso de terremoto durante la noche, despertar a los residentes (bueno, eso en caso de que los guardas se despierten antes que nosotros)

viernes, 18 de julio de 2008

Aniversario en Dungu

La semana pasada tuve que ir a Dungu, al noreste de la República Democrática del Congo y cerca de la frontera con Sudán, para hacer un levantamiento cartográfico de la zona, especialmente del gran aeropuerto que la MONUC ha construido con el fin de servir de base a las fuerzas armadas congoleñas y las tropas de la ONU en sus futuros ataques contra la milicia del Ejército de Liberación del Señor (LRA, por sus siglas en inglés)



Lo primero que llama la atención cuando uno llega después de una hora y media de vuelo en helicóptero ruso es el calor sofocante y húmedo que impregna el ambiente de la zona, rodeada de selva degradada y bañada por dos ríos caudalosos y numerosos riachuelos. La región, bastante llana, se encuentra a unos 700 metros sobre el nivel del mar lo que en estas latitudes cercanas al ecuador significa calor intenso durante el día y ambiente fresco durante la larga noche. Hablo de "larga" ya que aquí nadie tiene electricidad y una vez que el sol se esconde por el horizonte la oscuridad lo envuelve todo y no se ve nada a cinco metros de distancia a menos que sea una noche con luna.



Sí que había electricidad hace unos años. Dungu era en la época belga y en años posteriores un pequeño centro de inmigración procedente de paises europeos. Aquí se encuentra un montón de casas, fábricas o edificios de la administración hechos de ladrillo, una central hidroeléctrica que aprovechaba, mediante una canalización dirigida a dos turbinas, los saltos de agua de estos caudalosos ríos. Hoy en día hay huella de incluso tres grandes puentes en buen estado y un palacio junto al río Kaliba, sin olvidar la carretera que conectaba la ciudad con su salida natural hacia el sur, hacia Isiro, a unos 210 kilómetros de distancia. Belgas y griegos constituyeron el grueso de aquella "colonización", familias enteras se asentaron en la zona con el fin de invertir en negocios relacionados con la tierra: explotaciones mineras y sobre todo plantaciones de café trajeron a Dungu una época de esplendor.



Pero todo ese periodo de riquezas pasó a la historia después de la independencia y, especialmente, después de los años 80, cuando los últimos aventureros se marcharon para siempre. Los precios de sus productos cada vez eran más bajos y salir de la ciudad para llevar las mercancías hasta los mercados exteriores cada vez se hacía más complicado. La carretera que habían construidos los belgas aún es visible y "transitable" a través de la maleza y la selva que lo come todo. La falta de inversiones de mantenimiento ha hecho que ahora el camino se asemeje más a una antigua calzada romana que a una carretera de asfalto. Ahora ya no son los camiones los que entran y salen de la ciudad, el tráfico de las cuatro ruedas ha sido sustituido por el de las dos, bicicletas y motos traen los caros productos desde otros lugares que las familias a duras penas pueden comprar.



Después de la inversión en la construcción de la central hidroeléctrica y del levantamiento de postes para conducir la electricidad a los diferentes lugares todo el complejo se puso a funcionar en 1986 y duró hasta 1986, sí, no me he confundido, sólo seis meses estuvo en funcionamiento debido a problemas técnicos en el diseño del salto de agua. Ahora los únicos que tienen electricidad son algunas familias que compraron paneles solares y los observadores militares que tienen un par de generadores que funcionan a base de gasolina traída en aviones de la ONU desde Uganda.



Allí, con los observadores, me alojé en Dungu y fué con ellos (Wilson de Bolivia y Sebastián de Uruguay que están más solos que la una) con quienes realicé todo el trabajo de campo, tomando coordenadas GPS de los sitios importantes, haciendo el levantamiento topográfico del aeropuerto y cartográfico de las calles y caminos que salen de la ciudad. Fue con ellos y con la compañía marroquí con quienes celebré mi primer año en el Congo, un aniversario genial en medio del casi total aislamiento gracias a la hospitalidad de los observadores y la comida exquisita de los marroquíes.



Me llevo un recuerdo muy gratro de Dungu. Tiene una atmósfera especial por su pasado, por el entorno y sobre todo por la tranquilidad del ambiente (a pesar de que las milicias han llegado a 50 kilómetros de la ciudad) donde se puede pasear durante el atardecer y conocer la amabilidad y frescura de su gente, en un lugar donde todo el mundo se rie y hace comentarios viendo pasar a un blanco con un aparato electrónico extraño por sus calles.


lunes, 14 de julio de 2008

LRA: Ejército de Resistencia del Señor

Las siglas LRA corresponden al nombre en ingles del Ejército de Resistencia del Señor (Lord's Resistance Army), una guerrilla que se formó en 1987 en Uganda y que lleva camino de convertirse en una de las milicias más antiguas de Africa.

La milicia está liderada por Joseph Kony, quien se considera como un lider espiritual que está en contacto directo con Dios y que actualmente está acusado por la Corte Penal Internacional (CPI)de crímenes de guerra y contra la humanidad y en el año 2004 se dictó una orden de busca y captura internacional. El grupo armado pretende establecer un régimen teocrático basado en el milenarismo bíblico y en los Diez Mandamientos cristianos, cosa que a todas luces, después de más de dos décadas de luchas, han quebrantado sistemáticamente.

El verdadero origen de todo el conflicto no hay que buscarlo en los supuestos poderes sobrenaturales de un líder espiritual sino en hechos mucho más terrenales como el derrocamiento en 1986 de Tito Okello, de etnia acholi, por parte de Yoweri Museveni, actual presidente de Uganda. Los acholi, que habitan en el noroeste de Uganda, fueron tradicionalmente la tribu que ostentó el poder en el ejército (Idi Amin, por ejemplo, era de esta etnia) y temían peder ese dominio así como la venganza de las nuevas tribus provenientes del sureste y que manejaban la situación a partir de entonces.

Entre el año del estallido armado y la actualidad ha habido miles de muertos, cerca de dos millones se han visto forzados a abandonar sus hogares refugiados y según la ONU 25.000 niños han sido secuestrados y convertidos en porteadores de los pillajes o incluso en soldados.

Durante el año 2006 se desarrollaron conversaciones de paz auspiciadas por el gobierno de Sudán del Sur en un intento por poner fin a este largo conflicto pero en abril de 2008 se han dado por rotas ante la negativa de Joseph Kony de firmar los acuerdos debido a que el gobierno ugandés no ha retirado la petición de detención cursada ante la CPI. Kony asegura que el obstáculo para llegar a un acuerdo de paz radica en esa petición de arresto y mantiene que estaría dispuesto sin embargo a comparecer ante un tribunal ugandés ordinario.

El problema que conecta este conflicto con el Congo es que, desde hace un tiempo, los más de mil milicianos con que todavía cuenta el LRA han pasado las fronteras de Uganda con Sudán y la RDC. Ahora, se esconden en las casi impenetrables selvas del norte del país, en concreto en el parque nacinal de la Garamba y en el territorio de Dungu. La MONUC está dando apoyo a las Fuerzas Armadas Congoleñas (FARDC) para llevar a cabo una operación de ataque contra el LRA que todavía no tiene fecha de comienzo.

martes, 8 de julio de 2008

En casa de Jarko

Cuando estuve en Kinshasa la semana pasada me alojé en casa de Jarko, el jefe de la unidad de GIS. El vive en un recinto con una casa enorme en la que dentro hay cinco o seis apartamentos. La casa está situada en lo alto del Mont Ngaliema, cerca del palacio donde reside la madre del actual presidente. La casa tiene unas zonas comunes que todos los inquilinos comparten: el salón, comedor y cocina; una terraza muy agradable con un loro y una pecera; una piscina enorme en forma de cacahuete; un mirador con vistas a toda la ciudad; una sala con aparatos para hacer gimnasia; una sala de fiestas con barra de bar, discoteca y bola giratoria tipo años 70. Aquí viene lo curioso.




Jarko me dijo que Mobutu, en sus años buenos solía celebrar fiestas en este lugar y que normalmente se quedaba a dormir en uno de los apartamentos que componen la enorme casa. Pues bien, uno de esos apartamentos de la urbanización se había quedado temporalmente libre ya que sus ocupantes estaban de vacaciones. Jarko me dejó las llaves para que me pusiera cómodo pero cuando entré me quedé totalmente paralizado: tenía un salón particular lujosamente decorado y al abrir otra puerta se llegaba a un loft con cocina americana y comedor junto a una cama enorme, al lado había un ropero que era como otra habitación y un cuarto de baño.

Sí, era el apartamento en el que se quedaba Mobutu para pasar la noche después de la juerga, así que puedo decir que he dormido con Mobutu, bueno al menos con su espíritu.

viernes, 4 de julio de 2008

El reencuentro con Robert

Me imagino que todos os acordáis de Robert, mi compañero de despacho y fatigas durante parte de mi estancia en Kinshasa, si no, os remito a los escritos de los meses de noviembre y diciembre del año pasado. Después de irse del Congo en diciembre se volvió a Barcelona para preparar con Eva, su novia, una vuelta al mundo de un par de añitos. El primer tramo, Africa, lo comenzaron en febrero y tenían pensado concluirlo dentro de un mes o dos en Ciudad del Cabo (Sudáfrica), recorriendo el continente con un viejo Land Rover que compraron y prepararon en España.


Durante la correspondencia que hemos mantenido en estas últimas semanas Robert me fue diciendo los progresos que iban haciendo con el todoterreno en su camino hacia Kinshasa con el fin de poder tomar un avión desde Bunia y quedar en la capital. La semana pasada me dijo que ya habían llegado a Brazzaville, la capital de la República del Congo, el país que está al otro lado del río, así que me dispuse a preparar un viaje a Kinshasa para, aprovechando el puente por la celebración del Día de la Independencia, poder atravesar a verlos.


Llegué a Kinshasa el viernes por la noche y directamente me uní a la gente que conozco por allí para ir a una fiesta que se celebraba en una casa inmensa con piscina de una chica en la que se había contratado a camareros profesionales que repartían canapés y Primus por doquier.


Al día siguiente cruzamos el río Congo Jarko, mi jefe, y yo. Allí no estaban esperando Robert y Eva. A Robert lo encontré un poco más delgado (tienes que comer noodles para hacerte fuerte) pero la sensación general entre todos fue como que no hubiese pasado ni un día desde la despedida.


Nos alojamos todos en un hotel tranquilo, limpio y acogedor que se llama Hippocampe (20.000 CFAS la noche en habitación doble) que yo ya conocía de la anterior vez que fui a Brazza y que recomiendo especialmente por el restaurante de comida vietnamita que tienen y por el ambiente del resto de los huéspedes, la mayoría grandes viajeros que nos contaron un montón de historias.


Robert y Eva nos contaron (bueno, yo ya lo sabía antes de ir para Kinshasa) que cuando llegaron a la ciudad, mientras buscaban alojamiento, se les acercó un congoleño con la intención de comprarles el coche. Pensando que en Angola, Namibia o Sudáfrica iba a ser mucho más complicado vender el todoterreno, decidieron aceptar la oferta y tras regatear un poco al día siguiente se encontraron con el dinero fresquito en el bolsillo que les ha permitido amortizar la compra y arreglos del coche, y con un par de billetes de avión para Bangkok para este lunes pasado.


El sábado nos dedicamos a pasear por la ciudad, llevar las mochilas al nuevo hotel y tomar unas cervecitas por los poquísimos bares que hay en Brazza. El domingo era día de elecciones municipales y la ciudad estaba completamente paralizada. Allí tienen la extraña costumbre de prohibir toda actividad económica durante la jornada de comicios: imposible encontrar un taxi (que son casi los únicos coches que hay), imposible encontrar un comercio o restaurante abierto hasta el cierre de las urnas. Casi sólo había niños jugando al fútbol o andando por el medio de las calles aprovechando la ausencia de tráfico. De todas formas, hecha la ley, hecha la trampa. También había unos cuantos coches que tenían un letrero de "Laissez-passer" en el parabrisas y que circulaban por donde querían sin ser parados. Por la noche vimos el partido del siglo y abrimos una botella de cava que se habían traídos estos dos desde Barcelona.


Al día siguiente los acompañamos al aeropuerto, nos despedimos y nos fuimos Jarko y yo de excursión por los alrededores y el martes cruzamos el río de vuelta en el primer bote y fuimos a la oficina directamente.





Robert, el árbol bananero que plantamos en el Congo Batiment, detrás de nuestra oficina, ha echado raices y progresa adecuadamente (P.A. como en las notas de primaria). Dentro de unos años podremos recoger plátanos si no los ha comido todos Papa Joseph, que te manda saludos.

Un beso muy fuerte para los dos y mucha suerte en Asia.